viernes, 29 de marzo de 2013

¡Vienen todos hacia aquí!.


Disculpe el señor si le interrumpo pero en el recibidor hay un par de pobres que preguntan insistentemente por usted.
No piden limosnas, ni venden alfombras de lana, tampoco elefantes de ébano, son pobres que no tienen nada de nada.
No entendí muy bien si nada que vender o nada que perder, pero por lo que parece tiene usted alguna cosa que les pertenece.
¿Quiere que les diga que el señor salió, que vuelvan mañana, en horas de visita?
O mejor les digo como el señor dice:
«Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita».
Y como les dije que el señor salió y tratándose de una urgencia,
me han pedido que les indique yo por dónde se va a la despensa y que Dios se lo pagará.
¿Me da las llaves o los echo?
Usted verá porque mientras estamos hablando llegan más y más pobres y siguen llegando.
¿Quiere usted que llame a un guardia y que revise si tienen en regla sus papeles de pobres?
O mejor les digo como el señor dice: «Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero»
Disculpe el señor pero este asunto va de mal en peor, vienen a millones y curiosamente vienen todos hacia aquí. Traté de contenerlos pero ya ve que han dado con su paradero.
Estos son los pobres de los que le hablé, le dejo con ellos y entiéndase usted...
Que Dios les inspire o que Dios les ampare, porque éstos no se han enterado que Carlos Marx está muerto y enterrado.